¿Pueden las Fintech ayudar a la inclusión en el sector financiero de América Latina?

En América Latina existe una deuda pendiente con respecto al acceso de sectores de la población a productos financieros, incluso a los más básicos. Se estima que apenas un 51,1% de la población adulta posee una cuenta bancaria, muy por debajo de la media mundial de 60% y aún más si lo comparamos con el porcentaje de los países de más altos ingresos de la OECD donde alcanza el 94% de la población.

Estas cifras representan un gran reto para el sector financiero, pero también un potencial inmenso para crecer en los próximos años, especialmente si se considera la influencia de las nuevas tecnologías a través del sector de las Fintech.

Productos diseñados para facilitar la vida de los usuarios

El principal reto de inclusión financiera es ayudar a los usuarios a obtener productos de crédito, ahorro e inversión, lo que va más allá de abrir cuentas y su mantenimiento. A través de la innovación tecnológica ese tipo de productos se pueden acercar al ciudadano fácilmente.

Gracias a las innovaciones tecnológicas propuestas por las fintechs se crean nuevos incentivos para una mayor competencia asíi como la creación de productos diseñados con el usuario en mente para ofrecer un servicio más ágil y menos costoso.

La idea es poner a manos de todos los ciudadanos productos financieros que faciliten la vida y que fomente el ahorro, así como las inversiones a corto y largo plazo.

Cerrando la brecha

Se estima que al menos 700 compañías fintech se encuentran operando en la región. Una parte de estas empresas se encarga de ofrecer servicios para obtener financiamiento alternativo, donaciones, bienes raíces y créditos al consumo.

Otro sector importante está enfocado al envío y recepción de dinero, facilitar el servicio de puntos de venta y otras soluciones de pago. Mientras que otra parte del mercado se dedica a la gestión de finanzas personales y empresariales.

Para fomentar el crecimiento de las fintech en América Latina hace falta un marco regulatorio adecuado a los problemas y circunstancias de la región pero que no resulte restrictivio a la hora de hacer crecer a las empresas para que cada vez más ciudadanos tengan acceso a los servicios financieros y puedan desarrollar sus proyectos personales.