En Latinoamérica, antes de Amazon o Uber, estaba Linio e Easy Taxi. Estas compañías, como otras 200 más que comenzaron operaciones en economías con mercados emergentes, arrancaron gracias al capital de Rocket Internet, compañía ubicada en Berlín.
Innovador, arriesgado o disruptivo. Estos tres calificativos, comunes en las aceleradoras, incubadoras o fondos de venture capital, no forman parte del vocabulario de Rocket Internet. La firma alemana toma ideas exitosas en Estados Unidos y crea competidores locales en mercados no angloparlantes. En ocasiones, obliga a las compañías originales a comprar a sus competidores: eBay compró por $50 millones a su clon Alando; GroupOn hizo lo mismo con CityDeal, y Zynga compró a Plinga.
Los fundadores de Rocket Internet son tres hermanos alemanes: Oliver, Alexander y Marc Samwer. Ellos mismos aceptan su falta de originalidad. Oliver declaró para Wired en 2012: “Nosotros somos constructores de compañías, no somos innovadores. Alguien más es el arquitecto, nosotros somos los constructores”.
Al inicio, a la compañía le llovieron críticas por su modelo de copycat. Sin embargo, cabe reconocer que en Latinoamérica promovieron el ecommerce, otorgaron experiencia a emprendedores y acondicionaron el terreno para que otros competidores globales pudieran entrar en un mercado más desarrollado.
El modelo embelesó a los inversionistas y en 2014 Rocket Internet se convirtió en una empresa pública. Sin embargo, la compañía se estancó dos años después y muchas de sus empresas perdieron dinero. Esta situación los obligó a vender su participación en varias compañías, lo que permitió recuperar el margen de ganancias.
Para los analistas, el siguiente paso de la compañía debe ser volverse privada otra vez, ya que como empresa pública no ha creado valor para sus accionistas y le ha dado poco margen de maniobra.