Impresoras 3D: un mercado sano en México

En México, las impresoras 3D se comercian desde los 90.

La empresa jalisciense Shift 3D anunció en México la llegada al país de la serie “Hp Jet Fusion 3D Printers”, un modelo que abaratará los costos y reducirá los tiempos de la impresión 3D.

Las impresoras 3D tuvieron su boom de popularidad hace cinco años, en parte por su aparición en la serie de televisión de The Big Bang Theory, el entusiasmo de la comunidad de makers y las patentes vencidas. Sin embargo, esta tecnología existe desde los años 80 con un nombre menos fancy: manufactura aditiva.

La irrupción de las impresoras 3D

Chuck Hull fue el inventor de la primera impresora 3D con un método que bautizó como estereolitografía. Sin embargo, en la actualidad el método más utilizado para la impresión en 3D es el modelado por deposición fundida (FDM), patentado por la compañía Stratasys.

Stratasys fabrica desde 1989 y tiene presencia en Latinoamérica desde 2005, aunque su primeras oficinas en México se abrieron hasta 2013. En Latinoamérica, Stratasys tiene oficinas en Ciudad de México, São Paulo y Santiago de Chile.

En México, las impresoras 3D se comercian desde los 90. La compañía TCM fue pionera en este mercado, cuando casi nadie las conocía. Juan González Luna, director de TCM, comentó para Forbes que “para vender la primera máquina me tardé 2 años, ni quién las conociera ni las justificara”.

El mercado de impresoras 3D crecerá a un ritmo de 16% anual hasta el 2022, para alcanzar un valor de 11 mil millones de dólares, según la consultora estadounidense Aritzon.

En México, Stratasy reporta una expansión acelerada, creciendo un 770% en 2015-2016 y un 202% en 2016. A pesar de los buenos resultados, la compañía tuvo que enfrentarse con el problema de tener que convencer a sus clientes sobre cómo la manufactura aditiva podría mejorar sus procesos industriales, según comentó para Forbes Carlos Ramírez, director regional de Stratasy.

Según Ramírez, los mejores clientes de Stratasys están en los sectores de educación, electrónica y automotriz. La UNAM y el IPN son dos de los principales clientes de Stratasys, aunque estas instituciones educativas suelen optar por equipos menos costosos.

El arrendamiento de máquinas es otra opción para las pequeñas y medianas empresas que no pueden afrontar el costo de adquirir impresoras 3D nuevas.

¿Una impresora 3D en casa?

Las impresoras 3D son una solución efectiva para varias industrias. Esta tecnología les permite contar con las piezas necesarias para sus procesos de trabajo, sin tener el inconveniente de los tiempos de transportes desde otros sitios.

Sin embargo, las impresoras 3D no han podido volverse parte de la vida doméstica de las personas, aunque en el 2011 en Makerbot estaban convencidos de lo contrario.
Makerbot aprovechó el vencimiento de algunas patentes de Stratasys para fabricar impresoras 3D de bajo costo y que pudieran ser utilizadas en casa por usuarios comunes. Algunos especialistas en tecnología criticaron la idea, como al analista Petter Basieler: “La gente está un poco mal informada con respecto a lo fácil que es”.

Las impresoras 3D requieren de un buen nivel de conocimiento técnico, lo que ha impedido su adopción por un público más amplio. Makerbot chocó con esta realidad y Stratasys compró la empresa después.

Como una forma de sobrellevar estas barreras, Shift 3D ofrece desde su piso de exhibición en Guadalajara cursos de capacitación para conocer y operar los equipos de manufactura aditiva de HP.

Tecnología cada vez más asequible

La adopción de las impresoras 3D se ha visto beneficiada por la reducción de su costo. González Luna comenta que cuando empezó a comerciar con impresoras 3D, estas costaban 120,000 dólares. El precio por un equipo similar es ahora de 10,000 dólares.

Los equipos de impresión 3D tienen también el inconveniente de ser lentos, por lo que reducir su tiempo es uno de los retos para esta tecnología. Una pieza puede tardar 16 horas en fabricarse y la máquina necesita descansar dos horas por cada cuatro horas de trabajo para evitar problemas en sus motores.

Estos inconvenientes son una buena señal: aún hay un amplio espacio para la innovación.