Los peligros para la red 5G

Este 14 de junio, los pobladores la comunidad campesina Chopcca en la región Huancavelica de los Andes Peruano liberaron tras varias negociaciones a ocho técnicos de la compañía de telecomunicaciones Gilat.

El secuestro de estos técnicos no se debió porque los pobladores quisieran cobrar un rescate, o por que los confundieran con potenciales criminales. Los pobladores tomaron estas medidas extremas porque creían que los técnicos planeaban instalar una antena de la red 5G que, según sus propias creencias, ayudaría a transmitir el coronavirus.

La liberación de los técnicos se realizó después de que se convenciera a los mismos miembros de esta comunidad que los operarios no pretendían instalar ninguna antena 5G, además de convencerse de que esta tecnología nada tiene que ver con la transmisión del virus que provoca el COVID-19.

Los sueños de avances tecnológicos chocan con la realidad latinoamerica

Esta anécdota sería jocosa si no fuera un reflejo de la realidad latinoamericana. 

En varios países de la región ya existen proyectos para empezar a crear una red 5G en el continente, que será una herramienta fundamental para impulsar el desarrollo de la región.

En México, Telcel está haciendo pruebas con esta tecnología. Desde hace más de 5 años, la compañía solitició permiso para usar el espectro radioeléctrico destinado para la 5G. Según la consultora IDC, en el país las primeras aplicaciones comerciales de esta tecnología podrían llegar en 2021. Telcel o AT&T podrían ser las primeras empresas en ofrecer el servicio. La instalación de estas redes continúa a pesar de la declaración de pandemia debido al COVID-19.

Sin embargo, según la consultora The CIU, debido al coronavirus se han reducido los incentivos para invertir en el despliegue de infraestructura para esta tecnología a corto  mediano plazo. 

Colombia y Uruguay son los países que más han avanzado en el despliegue de la red 5G. Colombia empezó con pruebas pilotos de la red, que serán llevadas acabo por las compañías Movistar y Huawei. Mientras tanto, Uruguay ya comprobó que la red desplegada cumple con los límites de radiación.  Entre los primeros usos que se le darían a esta red sería como herramienta para combatir el coronavirus.

Los analistas de The CIU ubican a México y Chile como los siguientes países que podrían mostrar avances significativos en América Latina con esta tecnología, al tener previstas las entregas de licitaciones.

Argentina, Brasil y Costa Rica planean seguir estos pasos para 2021.

Desconocimiento sobre la red podría ser el principal peligro

La pandemia causada por el recién descubierto coronavirus ha causado un retraso en el despliegue de esta tecnología. Sin embargo, ese es el menor problema que tiene América Latina, como lo vimos en el caso de Perú.

El desconocimiento sobre qué es y para qué sirve la red 5g puede ser en realidad es principal lastre que podría arruinar el despliegue de esta tecnología a nivel mundial.

Este problema no es exclusivo de América Latina. Otros países lo han experimentado en menor o mayor medida. El 25 de enero de 2020 se organizó la primer serie de protestas mundiales contra el 5G

Estos movimientos, impulsados por organizaciones como Stop 5G International, han propagado el miedo a nivel mundial, argumentando que el espectro electromagnético de esta tecnología podría causar daños a los humanos, a pesar de encontrarse en un nivel mucho más seguro que otras tecnologías usadas ampliamente.

En Reino Unido empezaron a observarse estos ataques contra la 5G. Los perpretadores siempre argumentaron peligros a la salud, los cuales no están sustentados con evidencia alguna. Estos empezaron a extenderse en Europa y ahora suceden en América Latina.

La falta de acceso a la información y educación en América Latina pueden hacer que la región sea un caldo de cultivo para estas virulentas ideas, sobre todo en los sectores de la población más marginados.

Estas consecuencias son un resultado obvio del marginamiento en que se ha mantenido a gran parte de la población del continente. Para nada es culpa (o al menos no por completo) de grupos que por generaciones han sido excluidos de una educación, alimentación y salud de calidad. O peor aún, con el discurso de la ciencia y el progreso, se ha justificado la explotación de los más pobres.

Mientras todavía millones de latinoamericanos sean excluidos de los beneficios de la ciencia y el progreso, será de lo más normal que estos reaccionen de manera hostil a todos lo avances de los mismo.